30 de mayo de 2014

Penumbra

Busco la luz entre las curvas de tu pecho,
En el quedo suspiro de tu anhelo,
En la húmeda calidez de tus labios.

Busco la sombra dentro del color de tus ojos,
En el silencio entre cada latido,
En la suave fragancia de tu cuello.

Yo tímido, torpe, trémulo
Cruzo tu valle con mis manos,
Zurco tu profundidad con mis labios,
Abarco tu llanura con mis ojos.

Hoy volteo a ver el pasado
Y lo encuentro más dichoso,
Espejo del futuro,
Eco de ti.

Ciudad de México, mayo de 2014

11 de agosto de 2012

Samsara

Duerme, despierta,
Ruido en silencio.
Tuerce derecho,
Vida ya muerto.

El cielo gira, la espiral sigue. La terrible luz.

Luna sincera,
Sol encubierto.
Sueño concreto:
Tibio desierto.

Emoción mal consejo; razón igual amante. Estúpida dualidad.

Siente intangible:
Nombres secretos,
Vidas pasadas,
Tierras sin tiempo.

Aquí no es ahora; Ser o no ser es lo mismo. Autoourofagia.

Dulce condena:
Triste aventura.
Tú en la niebla:
Fácil lujuria.

Ciudad de México, agosto de 2012

8 de julio de 2008

Hoy he Soñado…

Hoy he soñado y me he despertado llorando. Soñé un sueño de venganza y un sueño de dolor. Soñé un sueño de malicia. No me gustó el espejo iluminado por el sueño.

Los espejos nocturnos son como el retrato de Dorian Grey. Romperlos entraña más que siete años de mala suerte. Ignorarlos es permitir que se claven en el corazón. No queda, tal vez, alternativa más que mirarlos y desentrañarlos, descubrirnos en la ruinosa faz que nos muestran. Tal vez así podamos recuperar nuestro reflejo.

Decido ignorar, por supuesto, la otra alternativa. Quedar fascinado por el reflejo y emularlo, tal como hiciera el personaje de Wilde.

29 de febrero de 2008

Laberynthus

Necios en los laberintos de mi mente, ecos desnudos carentes de forma. ¿Carentes de forma o carentes de fondo? Ilusiones blancas, ilusiones inconexas. Miedos terribles; a la repetición y a los ecos; al vacío sin respuesta; a la banalidad de la piedra que es aventada al río. Porque, finalmente, ¿cuál es la piedra que causa las olas en el torrente? ¿Cuál la que sostiene la cúpula del santuario?

Un andar triste cabizbajo. Un andar sereno e indiferente. Un andar alegre, exaltante. Todos los andares se confunden en las calles; todos ellos son la sangre de la ciudad siempre cambiante. Mis andares no son, no veo que sean, como los andares de aquella película: mis pasos caen en las huellas de otros y veo mis huellas ocultas tras los pasos de los que me siguen.

Ayer vi la cabeza de una muñeca colgada en un taxi. Ayer fue la cosa más triste que hubiese visto. Hoy veo mis manos manchadas de semen. Hoy no recuerdo la tristeza de ayer: la tristeza de hoy. Odio mi tristeza y me regocijo en ella y en mi odio. Baño todo en tintes oscuros y el mundo me devuelve la oscuridad que ansia mi alma. Siempre la luza al final del túnel es el tren que se acerca a toda marcha.

Soñar sueños de grandeza es clavarse un cuchillo en el alma. Caminar en el borde viendo al infinito. Alegrarse viendo al mar en la concha descubierta en la arena. ¿Mi alma sucia algún día alcanzará el gran mar?

Dijo aquél sabio que no sabía nada. Mi orgullo me ciega a tal hazaña. Quiero saber que sé. Necesito hacerlo. Necesito el abrazo de un dios falso. Necesito la seguridad que da la mediocridad y la calidez que da el saberme superior a ella. Soy el hermano de aquel detective, disfrutando de mi conocimiento.

Una vez me vi en el espejo de feria. Ahora juego a que soy el monstruo que vi en el reflejo. Ahora soy el monstruo que juega. Ahora el reflejo.

Parece que escribo ya sólo para decirte lo mucho que me he apartado. Veo lo escrito y le escucho gritar: «¡Futilidad!». Escribo y escribo y no me muevo, como reina de cuento victoriano. Quiero, quisiera, contar los mil sueños. Quiero, quisiera, ver todos esos amaneceres en cúpula de Miena. Pero la verdad, dragón, tengo miedo. Ese miedo que descubro insuperable (¿Será?). Ese miedo de ser más que lo que soy. Ese miedo de ser. Soy un cobarde y qué trabajo cuesta escribir ese texto.

Por cada Dédalo que sale del laberinto, un Ícaro se ahoga en el mar.

27 de octubre de 2007

Miel Amarga

Yo llevaba dos horas despierto
Y él se despertó llorando.
Un grito de angustia,
Un sueño desvanecido,
Tres lágrimas antes del llanto.

Dejé un cuento inconcluso
Y mi pregunta murió en el abrazo.
Cinco minutos me pides:
Sentir mi calor en tu cuerpo;
Sentir el amor en mis manos.

Unas manos inquietas,
Un temor del ocaso.
Errores en flores cometidos:
Cunas de sal insalvables,
Miel amarga en tus labios.

Ciudad de México, octubre de 2007

15 de agosto de 2007

Tomándole Cariño al Ser

Dos seres alados bailando en el cielo.
Una pintura arrumbada recién descubierta.

Tres horas inconclusas de trabajo incierto.
Dos lunas marchitas.
Una página vacua.

Cuatro mentiras
Tres monjas piadosas
Dos años en vela
Una tarde sin nubes.

Visiones arraigadas; palabras sagradas
Ecos de mi vida, del viento, del ciclo.

Ciudad de México, agosto de 2007

30 de julio de 2006

¿Algo Más?

—¿Se le ofrece algo más?

Sí, un niño dinámico,
Un alma hermosa,
Unos labios entreabiertos,
Un suspiro al oído,
Una noche de sudor
Meses de risa,
Días de llanto.

Un alcatraz de regalo,
Un abrazo tierno,
Un hombro en la aurora,
Una plática amena.
Ojos profundos,
Voz de encanto.

Una mano en el brazo,
Una pierna en el cine,
Un teléfono en la memoria,
Una mejilla en mi pecho.
Fuego, cordial
Eco de mi canto.

—No señorita, muchas gracias. La cuenta, por favor.

Ciudad de México, mayo de 2006

28 de febrero de 2006

Acuarelas en Collage

Alguna vez escuché decir que las ranas cantaban y bailaban bajo la lluvia. Mis ranas cantaban desde antes del diluvio, aunque los truenos ya se escuchaban. Y puedo afirmar que cantaron muy fuerte mientras llovía, pero que pronto disminuyeron su canto. Hoy, que casi no llueve pero estoy empapado, las ranas están ahí, presentes. Algunas veces cantan en mis sueños, pero las ahogo; cuando cantan en mis pesadillas es cuando ya no puedo más.

La luciérnaga de alas alucinantes se posó tímidamente sobre el espejo. Una gota de rocío cubrió diligente la distancia prefijada hasta la raíz de una flor. Tres ratones huyeron de la luz hacia su morada. ¿Es un sueño? ¿Acaso, una mirada? Miro expectante el horizonte, pero éste no murmura mis respuestas. Caminaré muy lejos hasta ser el horizonte: algún día, cuando sea él, me contestaré yo mismo las preguntas. Algún día tendré yo mis alas y seré el rocío y la luz y los ratones.

La luz del sol crea metales en el cielo. La plata cede el paso al cobre, luego del oro le sigue el acero. Un aroma dulzón en el aire llena también la luz en una pared de azulejo. El diseño caótico y diligente de la ilegalidad hace de marco, en ángulo perfecto. ¿De que huye el caminante? Esa sonrisa, ¿está mintiendo? ¿Es la felicidad sólo un placer expectante? La calma terrible de un huracán que se aproxima, creo. Sé que el dolor vivió mucho tiempo; aún está ahí, aún lo siento.

Las colillas de una personalidad nerviosa, el resto de una sed apasionada y la envoltura diligente de un antojo. En conjunto, el crimen silencioso sin castigo. Todo envuelto en diluvio. ¿Por qué la prisa fingida y vergonzosa? Solas las hormigas caminan atareadas. Quiero extenderme, crecer, ser aire. Pero temo la penitencia que algún día llegue. Temo que el sueño termine y me encuentre aún entre mi diluvio.

¿Por qué encontrar belleza en dolor? ¿Por qué los latigazos de recuerdos? Bebo en mí el dolor, y como abeja, en miel se transforma. ¿Qué otra cosa pueden ser mis manchas? ¿Qué otra cosa mis aporreos? Corre como lágrimas mi tinta, como lágrimas se seca: ¿como lágrimas se olvida?

Ciudad de México, febrero de 2006

16 de enero de 2006

Donde se Encuentra D.

Alguna vez pensé que el concepto que representa el Nirvana era muy deprimente. El vacío absoluto, la desaparición total. Era una de las razones por las que el budismo no me llamara la atención como religión.

El Arte de la Compasión por el Dalai Lama, hace énfasis en la meditación sobre el vacío y en el vacío. Pensaba yo que el pensar en nada era imposible, aun así decidí olvidarme de prejuicios y darle una oportunidad. Tengo que admitir que sentía temor ante la anticipación del contacto con el vacío completo del universo.

Entonces medité sobre el vacío absoluto que es la materia, el sentido, y el yo. Lo huecas que son las palabras. Lo intrascendente de nuestro devenir diario. Se inmiscuyó la idea que había rondando por la cabeza, que la naturaleza de D. es pandeísta, es decir que todos formamos parte de Él, porque al crear, D. se creó a sí mismo. Todo es nada, Todo es D.; continuemos con el silogismo, D. es Nada. Y en eso el vacío llenó mi mente, tan sólo un instante pues mi sorpresa me sacó inmediatamente de la meditación. Toqué el vacío.

El vacío no es lo que yo pensaba. Ahí donde nada es, no hay frío. Porque sentí, alrededor mío, dentro de mí, por todas partes, la presencia de ese Vacío que todo lo llena, y que es D. Me sentí abrazado de la forma más absoluta posible, pues el abrazo provenía de mí, de fuera de mí, de todas partes y de ninguna. En ese pequeño instante en que toqué el vacío me di cuenta que el vacío está lleno de calor, que ese Calor es Amor y que ese Amor es D.